Desde ASSITEJ España lamentamos la noticia de la muerte, el pasado sábado, de Julio Michel, fundador y director del Festival Internacional de Títeres de Segovia Titirimundi. Nuestra asociación tuvo la suerte de entregarle el Premio Nacional ASSITEJ España 2004 en reconocimiento a la labor del festival en el desarrollo del teatro de títeres y de un teatro de calidad para la infancia y la juventud.
Tristemente, esta perdida se une a la de otra personalidad del teatro para la infancia, Carlos Herans, codirector de las Semanas Internacionales de teatro para niños y niñas entre 1985-1996, que fallecía la semana pasada.
Titirimundi comunica con una tristeza inmensa el fallecimiento de su director, Julio Michel
No pensamos que tendríamos que anunciar y escribir nunca esta noticia. El director de Titirimundi, Julio Michel, falleció ayer por la tarde cuando se estaba recuperando en Barcelona de una dura operación, que había superado con ánimo y con la que todos estábamos esperanzados, tras convivir con un cáncer durante estos últimos meses. Y no podemos estar más tristes. Porque le queríamos. Hemos tenido la suerte de querernos, de discutir y negociar, y querernos, y seguir haciéndolo.
Pensábamos que era “eterno”. Eternamente cabezota y eternamente querido, su espíritu, siempre joven y lleno de espontaneidad, así nos lo hacía creer, y empíricamente parecía estar demostrado. A pesar de que antes de tiempo ya se ha publicado la noticia en medios y perfiles, desde su Festival hacemos pública y oficial su marcha de esta Tierra con una tristeza intensa para la que apenas tenemos palabras, sólo un silencio lleno de respeto y de amor. Hoy el mundo se ha hecho pequeño, pequeño, y no puede ser más gris a pesar del sol.
El cuerpo de Julio Michel llegará a Segovia mañana domingo 25 de junio y será recibido en el Tanatorio San Juan de la Cruz (C/ de los Tercios segovianos s/n) a las 18h. Quien desee acompañarnos puede hacerlo libremente. Su esposa, sus cuatro hijos, su equipo y sus amigos y compañeros agradecemos vuestras muestras de cariño. Pronto, aquí en la web del Festival, también dejaremos algunas señas para que podáis enviar mensajes personales.
Más adelante, cuando todas las emociones estén en su lugar, celebraremos su vida como él hubiera querido: con una fiesta. Una fiesta con comida, con música, con títeres. Porque Titirimundi siempre ha sido eso, una gran fiesta de los sentidos donde lo maravilloso irrumpe en lo cotidiano, y el espíritu de Julio Michel es quien conducía esta gran fiesta como un mago que en el último momento se sacaba siempre de sus propias manos -con una sonrisa picarona y mucha expectación- un pañuelo que se convertía en un ratoncito. Hoy miramos al cielo con un as de corazones en la manga.
Julio Michel (San Martín de Valdetuéjar, León, 1946) había llegado a Segovia en los años 70, era un titiritero hijo de mayo del 68 que rechazaba toda fórmula oficial y encorsetada, con cuya compañía, Libélula –formada por otra heredera del romanticismo más revolucionario, Lola Atance–, actuaba en distintas ciudades. Decidió entonces que quería aportar su granito de arena para revitalizar la vida artística segoviana y desde La Promotora, una asociación de artistas plásticos, se encargó de gestionar la llegada de compañías de teatro a la ciudad. En 1985, y junto a Juan Peñalosa, Isabel Urzurrun e Isabel González, nacía en Segovia Titirimundi, en el deseo de una belleza que nunca se acaba y que el arte tiene el poder de regenerar una y otra vez con libertad, fantasía, creatividad, genuina alegría, entusiasmo, capacidad para la crítica e ironía. Un festival internacional que celebraba la primavera y que de forma altruista pretendía sembrar y difundir el teatro de títeres, invitando a la ciudad a un gran descubrimiento, con el mismo asombro que provocan los magos. “Quería crear un espacio en el que todos fuésemos ciudadanos y donde pudiésemos entrar al mundo de la utopía, ese mundo en el que todo se pone en tela de juicio”, expresaba en unas declaraciones dentro de un reportaje publicado en ADE Teatro. Y lo hizo con su espíritu, libre, soñador y juguetón, con su genio y sus manos y sus palabras, sabiendo que manejaba una herramienta dramática con poderes de sugestión próximos a la magia y la ilusión. El trabajo de su vida ha sido Titirimundi, un festival capaz de transformar Segovia en una ciudad tomada por el teatro de la ilusión, un gran escenario abierto formado por patios, iglesias desacralizadas, teatros y rincones históricos que forman parte del patrimonio- “una escenografía perfecta y envidiable”, afirmaba- donde “guardar las palabras en el bolsillo” o “tocar la luna con las manos”, no es una quimera, sino un sueño cumplido.